Estos días ando haciendo recopilación de información sobre diseño de periódicos digitales, sobre nociones generales de
arquitectura de la información (ai) y algo de usabilidad.
Cada vez soy más consciente de que un periodista que se dedique al mundo digital debe tener unas nociones básicas de arquitectura de la información así como de documentación digital. Trabajar en periodismo digital no debe ser sólo escribir para un formato distinto,
adaptar los textos a la web. Es importante saber cómo organizar esa información de la manera más eficaz y más útil para el usuario, además de otros aspectos.
Por el camino que estoy recorriendo, siento que me quedan muchas lagunas que cubrir y que mientras más profundizo, más necesidades descubro. Documentación y Ciencias de la Comunicación me empiezan a ser cada vez disciplinas más interrelacionadas y necesarias para el trabajo que tengo que llevar a cabo.
Pero no todo es tecnología e internet. He tenido que hacerme un esquema, siempre suelo hacerlo, para organizar mis tareas, para que no se me olvide nada importante y para ver con claridad cuáles son las prioridades, los objetivos y las necesidades de un portal de información. Cuáles deben ser las características definitorias, cuáles los servicios que ofrezca y de qué manera distribuir la información.
El esquema, aunque hecho en el ordenador, me ha obligado a irme al papel. Precisamente hoy que me encuentro con un
alegato a la Moleskine. Yo también la uso. Fue un regalo y estuvo muy bien que, precisamente, fuera un obsequio: la convirtió en algo más especial.
Las píldoras de
Nethodical hablan de las virtudes y las desventajas del prototipo en papel. Y casi hablando de arquitectura de información, la
Moleskine aparece como una aliada útil no sólo para esos bocetos iniciales, sino también para el
diseño emocional.
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